Thursday, September 21, 2006

Realismo mágico:

1. m. Movimiento literario hispanoamericano surgido a mediados del siglo XX, caracterizado por la introducción de elementos fantásticos inmersos en una narrativa realista.

2. m. Cosas que me pasan en México, por ejemplo, esta noche.

Acabo de llegar a la universidad esta noche a la 1:30 de la mañana en un coche de la policía mexicana. Este es el final de la historia, ahora empiezo desde el principio.

Hoy fui a clase de inglés y dos chavas de la clase, a las que no conocía, con las que no había hablado ni minuto y medio con ninguna de ellas y de las que no sabía (ni todavía sé) ni sus nombres, me dicen que si me apunto a ir al cine con ellas. Surrealista.

Más surrealista aún: como estoy tronado y deteriorado mentalmente, me apunto al plan.

Salimos de clase de inglés y me dicen que si yo sé conducir, yo que no manejo ni los coches chocones de las ferias. Según me cuentan la situación consiste en que una amiga le ha dejado a una de ellas el coche y ella “conduce mal” los Volkswagen. La otra chica dice que ella “sabe conducir” pero sólo coches automáticos y que “hace tiempo” que no conduce (luego confesaría que "hace tiempo" son cinco años sin tocar un coche y que nunca fue sola cuando lo llevaba).

Llegamos al vehículo en cuestión y “el Volkswagen” resulta ser un Escarabajo antediluviano, de esos que haría las delicias de los enanos mentales zamoranos que hacen las concentraciones de los Seiscientos. Constato que las chavas no saben ni cómo se arranca un coche y los cojones se me empiezan a poner de corbata.

Entonces paran a un fulano por la calle para que pedirle que nos arranque el vehículo. El tipo se introduce en el coche, logra arrancarlo y una de ellas toma el volante y constato (y, lo que es peor, ella también no sólo lo constata sino que lo afirma) que no sabe conducir. En teoría debemos ir al cine de un centro comercial de Puebla, el Angelópolis. Y estamos en Cholula, un pueblo cercano. A unos 20 minutos.

Una vez arrancado el coche, constato que un chimpancé con los ojos tapados, Pocholo tras una noche farlopera o yo mismo conduciríamos mejor el vehículo. El coche se calaba en cada esquina y para que os hagáis una idea la tía que conducía hacía los STOP como un CEDA AL PASO para evitar pararse y que el coche no volviese a arrancar jamás. Entonces la copiloto dice que ella ni siquiera tiene licencia, a lo cual la que conduce dice que ella la perdió hace tres meses. A todo esto, con el coche en primera y segunda por la autopista, rugiendo a 20 por hora y dando votes de lo petado que iba el motor.

La conductora, habituada según ella a coches automáticos, confiesa que no sabe lo que son las marchas ni el embrague y es la copiloto la que va metiendo las marchas mientras la otra conduce (y mira el teléfono móvil a la vez). Gran sincronización. Es tal la temeridad que las tías no saben ni donde se dan los intermitentes y la copiloto decide utilizar las luces de emergencia de forma permanente como sustitutivo imperfecto de los intermitentes. Creí que nos matábamos en cada curva. Y el espectáculo que íbamos dando con las luces emergencia, que parecíamos la tribu de los Brady.

Llegamos al centro comercial, se abrió la barrera del parking y el coche se caló de nuevo. Esta vez ya se había quedado sin batería y a todo esto con la barrera levantada del parking. Con lo cual, nos tocó meterlo empujando al centro comercial y aparcarlo en plan Troncomóvil como los Picapiedra.

Vimos la película (El Centinela, americanada de mierda pero con muy buenos actores: Michael Douglas, Kiefer Sutherland, Kim Basinger…) y luego el surrealismo fue en aumento si cabe.

Al salir del cine, el coche no arrancaba. La chava conductora incluso abre el capó delantero para ver qué le pasa al coche, cuando el motor está atrás en los Escarabajos. Para que os imaginéis el cuadro.
Ante infructuosos intentos de arrancar el vehículo, se puso a gritar y llamar al policía que andaba allí dando vueltas. A todo esto recuérdese que no teníamos una puta licencia de conducir y el coche no tenía ni papeles, ni batería y apenas gasolina y era propiedad de una pava colombiana que estaba en Colombia en esos momentos. El policía viene y dice que no arranca y no tiene pinzas de batería, a lo cual una de las chavas le dice “el coche pone Policía Auxiliar, ¿cómo no puedes llevar pinzas?”. El policía (por suerte) se descojona (en vez de llevarnos presos) y llama a otro compañero y empujamos el coche, que arranca finalmente. Lo peor de todo es que las chicas le empiezan a preguntar a los policías que le digan como se meten las marchas, para qué sirve el embrague, etc. Podéis imaginar muy cara, partiéndome el culo ( por no llorar) e implorándoles a las chavas que tomásemos un taxi.

El puto Escarabajo se vuelve calar 100 m después, en medio de un cruce con semáforos. Para matarnos. Nos toca pedirle ayuda a un aparcacoches de por allí, que vuelve a ayudarnos en la tracción humana.

Posteriormente el coche se vuelve a parar en una carretera de cuatro carriles y una de las pavas para a un taxista, que se baja y se pone a hurgarle al motor. El tipo hasta nos pasa gasolina en una garrafa y le damos (le doy) 20 pesos.

Finalmente llegamos a Cholula, donde respiro aliviado y doy gracias a Quetzalcoatl y a los dioses aztecas por seguir vivo. A las 12:30 de la noche entramos en la calle de la muchacha a cargo del coche (que no es la que conduce, por si no ha quedado claro) pero no podemos aparcarlo en el patio que tiene porque la conductora desconoce como se mete la marcha atrás. El coche empieza a oler a quemado. Es lo que tiene ir en primera todo el rato.

Ante esto, la otra simplemente para a unos policías (otros distintos a los primeros) que iban de ronda en el coche y le pide que nos aparquen el coche dentro de un patio. Los policías nos lo aparcan y encima, la que estaba al cargo del coche le dice a los policías que se enrollen y nos lleven a la chava restante y a mí a la universidad en el coche patrulla y que nos ahorren el taxi. Y lo mejor es que los tíos nos llevan y allí vamos la chava y yo (que era la conductora) en el asiento de atrás y con los tres polis en el coche y con el poli que va con nosotros en el asiento trasero encima se pone a meterle fichas a la chava.

Finalmente, nos dejan en la Universidad, donde, como soy un anormal profundo, me paso por el cubículo de trabajo a la 1:30 de la madrugada a coger el ordenata portátil para escribir este post y que no se me olvidara un detalle y transmitiroslo integramente. Todo por mi público.
Y la hija de puta de la vieja (que no es la que hace ganchillo, sino una medianamente vieja) de la recepción (que no es La Recepcionista, claro está por el uso de la letra minúscula) me ha apuntado en una lista y puede ser que se me caigan mañana los cojones porque piensen que entré a hacer cosas raras.
Si no fuera por esta hija de puta que me ha cogido el nombre y número y me pueden joder vivo yo diría que ha sido una noche memorable. Pero gracias a ella me ha quedado un regusto amargo.

Estas cosas sólo pueden pasar en América Latina. En ningún sitio más en el mundo. Os lo aseguro.

3 comments:

Anonymous said...

Despues de acabar de leer esto y procesarlo un rato ya conseguí parpadear. Lo siento, pero despues tuve que reirme. Bueno, de todas maneras no te quejes que fuiste en el coche patrulla de paquete y no como detenido. Ademas asi tienes algo que contar a tus nietos, jajaja. La moraleja de todo esto es lo que tanto nos han dicho nuestras madres: que de las mujeres no hay que fiarse (con la excepcion de las propias madres y de las mujeres que lean este comentario). Bueno, para este fin de semana existe la posibilidad por mi parte de un viaje multicultural a Minneapolis, con dos suecos y una yankee. Como en tu caso conducira la "chava" (aquí son chicks) que se llama Julie y es glamourosamente americana (adjuntaria foto para ilustrar pero veo que no puedo), pero hasta el orangutan ese que dices podria llevarnos porque aqui los coches son automaticos y solo hay que girar el volante y pisar. Ademas el mas viejo sera del año 2002. En fin, que tu blog va mejorando. Y en el proximo episodio: La Venganza de los Jefes por el Uso a Deshoras del Cubículo.
Venga cuidate y un abrazo

Anonymous said...

El comentario de antes era mio, no salio mi nombre. Bueno, eso, que cuidado con las invitaciones que aceptas.
Hasta pronto

Anonymous said...

Que lo pases bien en Minneapolis, tío.
No si lo pasé bien, me daba solo la risa tonta esa de "estas piradas nos van a matar Dios mío".
La palabra que describe el cotarro es IRREAL.