Por un puñado... de peras

He de decir que en este recinto pijo donde me hallo hay cocina comunal con microondas y tal pero no hay ni un puto plato, ni un puto cubierto ni nada si no te lo compras tú. Y teniendo en cuenta que no hay sitio en 3 km a la redonda para comprar nada de eso, ya me contaréis. Hay que joderse con la Universidad esta de los cojones.

En mi corredor hay sólo estos fulanos de 18 años que empiezan la universidad ahora y que, como me han confesado, no han vivido fuera de casa nunca y que, dicho sea de paso, me tienen hasta los mismísimos cojones, hablando mal y pronto. Los tíos tienen acaparado el frigo (que por cierto tiene tres baldas a compartir para 20 personas), la cocina toda hecha un asco e impracticable y no tiran de la cadena. Joder, no han salido de casa en su puta vida, y aquí yo de abuelo cebolleta. Lo que me faltaba a mí, aguantar niños. Que los aguante su puta madre, o, en su defecto, las criadas de rasgos indígenas que tendrán. Ahora mismo están otra vez con la videoconsola a toda hostia jodiendo la marrana.

Fotos del recinto pijo donde me hallo (más falso que los duros de madera):

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Tras currar un rato por la mañana en cosas diversas (no en mi tesis porque el fulano que me tiene que ayudar esta de vacaciones… en España, situación que no merece ni comentario, sino matar a ciertas personas) y luego comí en el centro social la (asquerosa) comida que sirven.

Ante semejante tesitura (no sirven cenas, no venden comida y encima la que dan en el almuerzo es incomible y cara) decidí que tenía que comprar víveres, especialmente fruta, parte básica de mi dieta. Tras investigar sobre los autobuses a Puebla (ciudad de un millón de habitantes) me dijeron que no funcionan hasta la semana que viene. Como alternativa, decidí irme andando al pueblo indígena cercano, Cholula, a fin de adquirir alguna provisión en sus mercados locales.

La Universidad, como ya os he contado, está en medio de la nada. Ante esta tesitura, decidí hacer excursión en solitario a Cholula. Por supuesto, andando, como los buenos (los buenos gilipollas). Picaba un Sol de la Virgen y lamenté no traerme unas sandalias y un pantalón corto. Unos 25 grados. Pasada media hora, unos 2 ó 3 Km, llegué al pueblo éste y me puse a investigar. Esto ya era Latinoamérica pura y dura, aunque es una zona turística y nada pobre, en comparación con otras que he visto. Todo estaba lleno de locales de comida y, al igual que en Chile, me di cuenta de que las palabras "condiciones higiénicas" son desconocidas para los comercios de esta region. Es decir, no hay cámaras frigoríficas, todos los productos llenos de avispas, etc.

Por cierto, aquí van unas fotos chulas de Cholula:

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Pues nada, todo el mundo era indígena y yo allí daba un cante de la hostia, aunque ya digo que es un sitio turístico, de hecho demasiado para mi gusto. Finalmente, alejándome de los puestos típicos y pasando el Zócalo (la Plaza Mayor para los mexicanos) alcancé una especie de mercado de abastos medio indígena y aprovechando la caminata (que ya iba para peregrinación tras patearme el pueblo) me surtí abundantemente: 2 Kilos de peras, 1 kg de manzanas, 1 kg de melocotones, platos, cubiertos, sartenes, champú, jabón de lagarto, unos frostis de 750 gramos y aceite de oliva Cabronel, que me costó trabajo encontrarla. Vamos que iba como un puto sherpa subiendo el Everest con los cacerolos del montañero occidental y el secador de la montañera.

FOTO DEL CARGAMENTO

En el mercado, había trabajando un montón de niños de menos de 14 años y eso me puso de muy MALA hostia. Entré también en un sitio a comprar champú y estaba, como no, un niño metiendo las cosas en las bolsas, como en Chile, los empacadores les llaman. Trabajan gratis, sólo por las propinas. Y esto según los economistas, es debido a que hay intervenciones estatales perniciosas. Tócate los cojones, "intervenciones estatales perniciosas", si es la flexibilidad total: trabajan gratis. Se te caen los huevos al suelo viendo esto y más cuando se te quedan mirando en los puestos de los mercados, allí currando como mulas. Seguramente a otra persona esto le resbala y hala a comprar pijadas, diréis que soy un puto amargado, pero que voy a decir, a mi me jode, y más que como vas solo pues te fijas en todos los detalles. Deformación profesional.

Y entonces, así de pronto, se pone a llover, mejor dicho, a diluviar. Chuzos de punta caían. No tuve más remedio que esperar en el mercado. Tras una hora más o menos escampó y salí del refugio rumbo a la Universidad de nuevo.

Y que bien, justo, cuando voy por la carretera sin resguardo... Premio. Otra vez diluvio. En plena carretera y yo con mi cargamento en plan sherpa nepalí. Hecho una mierda. Llegué en unas condiciones lamentables a la Universidad, aunque ahora, al menos, tengo un puñado de peras... y seguramente mañana un trancazo del copón.

No me dejan imprimir. Explicación del fulano al cargo: "cuesta dinero". O sea que a joderme los ojos con el Acrobat.

Hoy no he cruzado una palabra con nadie, si excluyo a los dependientes de los comercios, por lo que el autismo es un riesgo muy presente. Esperemos que mañana el día sea mejor. Me voy a leer un rato el Código da Vinci, con la venia de los hijos de puta de la playstation.